- Vaya, realmente esta visita te tiene ansiosa –Un leve dejo de molestia tiñó la voz de Severus Snape – Ya has revisado tres veces la mesa y no veo que haga falta nada para la hora del té. Además, miras cada treinta segundos a la puerta.
- Sev, ya te he explicado que es importante para mí que lo conozcas. Es mi mejor amigo desde… desde que mi hermano murió – respondió Evelyn. Intentó relajarse sobre su asiento al advertir cierta exasperación en Snape. Lo conocía lo suficiente como para saber que la paciencia ante las cosas triviales no era una de sus virtudes. Parecía guardarla mezquinamente para ocasiones que en verdad ameritaran tenerla.
Adoro a mamá. De verdad la adoro En ocasiones como esta de veras necesito recordar cuánto la quiero, pues de otro modo Oh, Dios, ¿acaso mamá no tuvo infancia? ¿O quizás usaba un espantoso traje como este a gusto? ¡Y estos rulos! Quizás era la moda cuando ella tenía diez años. Pues bien, ahora que yo tengo casi diez años, definitivamente NO ES LO QUE SE LLEVA.
Evelyn cruzó los pies, balanceándolos a cinco centímetros del suelo, y entrelazó sus manos sobre el regazo. Inclinó su talle delgado y sus hombros frágiles hacia delante, intentando pasar lo
Vaya noche del demonio Pareciera que esta estúpida sonrisa se me ha quedado estampada en la cara para siempre después de tanto fingir que no pasaba nada. Bueno, al menos esa tropa de idiotas que no tienen más que hacer que husmear en la vida de los demás, se han convencido de que Leonid y yo somos las personas más civilizadas del universo. ¡Algo que hubiese salido bien! Pero lo demás, ni hablar. Y la guinda de la torta, mi querida "amiga" Várvara, que el diablo se la lleve, hablando a gritos con Vera sin darse cuenta que yo estaba a su lado, y diciéndole "¡Nunca te perdonaré que no
Adel Aleksándrovna Románova (recuperado ya su apellido de soltera) era, posiblemente, la única mujer de alcurnia en San Petersburgo no sometida a la condena social por haber cometido adulterio, pese a que el asunto alcanzó ribetes bastante escandalosos. Y ello no se debía a que fuese sobrina favorita del mismísimo zar. Mucho antes de su divorcio asistía a diversas recepciones y bailes, a la ópera, al ballet y al teatro en compañía de Konstantin, su amante. Salvo un por par de apolilladas viejas santurronas, jamás recibió una mirada de reproche cuando, acomodada en su palco, Konstanti
V. Очи Чёрные (1)
- ¿Sabe algo, Yusúpov? Hay un asunto que me tiene bastante intrigado Brusílov estiró un poco la espalda y levantó la barbilla para tener una mejor perspectiva del VIII Ejército Ruso que se extendía interminablemente por la explanada que tenía ante él, y que se dirigía a complementar a las primeras tropas que habían iniciado movilizaciones antes de la declaración de la guerra. Ni aún empinándose sobre su los estribos lograba visualizarlo por completo Daba por seguro que usted estaría
¡Qué tontería! Me siento como una ladrona en mi propia casa. Es verdad eso que me dijo Zubovski, que es más difícil actuar con las personas más cercanas ¡Tranquila! Boris llegará tarde esta noche Sólo tengo que usar la copia que hemos sacado de la llave de su cajonera, buscar esos papeles, copiarlos y listo. Pero no es sólo por eso que estoy alterada Ni siquiera es la primera vez que lo hago. Es ese asunto de las armas, no acaba por cuadrarme. Si algo llega a pasarle a Misha yo ¡Ay! ¿Es que todas las puertas crujen así en esta casa? ¡Diablos! ¿C
V
"¡Un artista emergente, un genio de nuestro tiempo, poseedor de una sensibilidad admirable, atrapa nuestras emociones con su atrevido uso del color, la textura y la forma, expresando los claroscuros del alma humana " ¡Bah! ¡Pamplinas! Otro puerco marxista zarrapastroso e insolente, eso es lo que es. ¡Lo estrangularía!
Antonina dejó sobre una mesita la revista que su amiga Raisa, emocionadísima, le acababa de entregar. El snobismo de Raisa, que la impulsaba a pegarse como ventosa a los artistas "de moda", pese a que no sabía gran cosa de arte en general, se le hizo más insoportable que de c
IV. Just Breathe
Leonid entregó su abrigo al mayordomo y subió lentamente las escaleras que llevaban camino a su despacho. Al llegar al último peldaño, se detuvo, y, cosa poco habitual en él, suspiró. Le dolía la espalda y el cuello, se sentía derrotado y absolutamente pesimista. Desde el asesinato del archiduque Franz Ferdinand de Austria y su mujer en Sarajevo, un mes atrás, no había tenido ni un instante de paz. Las consecuencias eran más que previsibles para cualquiera que estuviera medianamente al tanto de la situación política de Europa. Pese a que era esperable que en cu
III. El Emperador
Parte II
- Tiempo ya que no nos veíamos, ¿no es así, Leonid Felíksovich(4)?
- Varios meses, majestad.
- Tampoco se te ha visto ni en las actividades de la corte ni en las reuniones de los oficiales de la Guardia Imperial
- Majestad, ya sabe usted que no soy un hombre muy sociable. No solía frecuentar esos círculos cuando pertenecía a la Guardia, con menor razón ahora que comando otro regimiento
Nikolai estaba evidentemente incómodo. Se había apartado de sus perfectos modales con que ponía una fría y cortés distancia con sus interlocutores, bus